La "carga" de ser aprista
Tenemos que hacer algo y reaccionar diferente para recuperar la confianza de la gente y no lo lograremos con complejos de persecución, pues, si no reaccionamos como debe ser, será la misma ciudadanía la que termine de deshacerse de nosotros.
Era el año 2015, estaba en un taller sobre negociación de conflictos en Lima con gente de diversos lados del país. En la dinámica yo era el vocero de mi grupo y habíamos llegado a un acuerdo con el grupo contrario, pero al final, ellos no cumplieron con lo pactado. Al increparles y preguntarles el porqué de su incumplimiento me dijeron: “Es que tú eres aprista y pensábamos que tú no ibas a cumplir”. Situaciones como esta me pasaron antes, después y ahora y se agravaron cuando fui candidato al Consejo Regional. La gente me juzga y lo hace mal tan solo por pertenecer al Partido Aprista. Esto no solo me sucede a mí, nos sucede a todos los apristas. Todos los militantes de la estrella somos vistos como los malos ante la sociedad. Somos corruptos, somos aprovechados, somos acaparadores y todo lo negativo que pueda existir. ¡Así nos ven! Si Lucho Wilson perdió las elecciones en el Cusco fue por aprista. No importaba que el otro candidato tenga procesos judiciales, su plan de gobierno este mal hecho, haya sido funcionario o acompañante político de personajes cuestionados, el malo era Wilson por ser aprista a pesar de tener una hoja de vida limpia. Él era el malo porque el líder del partido es Alan García.
Los últimos años, en los estudios de percepción de corrupción realizados por ProÉtica y otras instituciones, la ciudadanía considera al Partido Aprista el más corrupto de todos; a Alan García como el político más corrupto hasta el año pasado y; el gobierno más corrupto de los últimos años ante la ciudadanía es… Sí, adivinaron, el gobierno del Apra.
Estas percepciones tienen como resultado, aparte de que nos miren mal, que los peruanos no nos creen nada, no confían en los apristas. Nuestra palabra ya no vale nada. ¡Yo lo considero injusto! La mayoría de apristas somos como los peruanos comunes. Nos sacamos el ancho para mejorar y crecer por nosotros, por nuestra familia, por nuestro país. No hemos robado a nadie y nos ganamos la vida honradamente. ¿Por qué tenemos que cargar con esa mochila pesada que no nos corresponde? Además de ello, el Apra como institución está en la crisis más profunda de su historia. Como Partido Aprista solo se ha ganado una municipalidad provincial en todo el país en las últimas elecciones; la mayoría de compañeros se fueron en alianza o de invitados con otras organizaciones políticas, inclusive otros renunciaron al partido y les fue mejor que cuando eran militantes. ¿No nos damos cuenta que el Apra está muriendo? ¿Lo dejaremos morir? El partido de Haya de la Torre, de los mártires, de los grandes líderes, el partido que inspiró “fe de intensidades religiosas” no merece estar en esta situación. Tenemos que hacer algo y reaccionar diferente para recuperar la confianza de la gente y no lo lograremos con complejos de persecución, pues, si no reaccionamos como debe ser, será la misma ciudadanía la que termine de deshacerse de nosotros. Yo ya no quiero que me digan corrupto solo por ser aprista. Supongo que todos los demás compañeros desean lo mismo.